Una recepcionista accidentada dice:

Suben bajan, juegan con mi mente

pensamientos inconexos de colores azules blancos y verdes

son serpientes venenosas listas para asestar una mordida

en las despreocupadas pantorrillas de un cazador en medio del congo

en una hermosa selva tropical

como el color del amor, que es calido y lluvioso

como un subibaja atmosférico, temporal de caricias

y brazo inflamado es la sospecha de pasión inconmensurable

garabatos con lápiz mina, o tinta china

luces y sombras, claros y oscuros

mis miedos vuelan, surcan la superficie lunar y se estrellan en un mar tibio de leche con azúcar

ya no tiene sentido que el cielo sea celeste

yo lo quiero rojo carmín o naranja de ombligo

yo lo quiero infinito y terrible, opresor y visible

quiero que el dolor sea recuerdo de ayer, promesa de mañana

un techo sobre la nada, cobija ninguna casa

una manta azul sobre dos cuerpos desnudos
la eternidad como posibilidad
y una oda al odio recitada al oído

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